domingo, 1 de mayo de 2016

El salario mínimo

El salario mínimo ha sido siempre un tema de debate entre grupos que defienden los derechos de los trabajadores y aquellos que velan por los intereses de los propietarios de los otros factores de producción que participan en un proceso productivo (i.e. tierra, capital y tecnología). Actualmente, no solo en México, sino en muchos otros países, el nivel e incluso la propia existencia de un salario mínimo establecido por ley es tópico de discusión entre hacedores de política y ciudadanos de todas las ocupaciones. Como siempre, y por desgracia, existen quienes desvirtúan una y otra posición ubicándose en extremos irreconciliables, apoyados, por lo general, sobre medias verdades, explicaciones vagas e interpretaciones a modo de la teoría económica. Existen, claro, también quienes por honesta ignorancia se ubican en cualquiera de las dos puntas.  En este espacio trato de explicar y argumentar mi posición sobre la pertinencia de un nivel salarial mínimo establecido por ley y la forma como debemos calcular éste. 

Habiendo establecido los dos componentes de la discusión: 1) existencia; y 2) nivel del salario mínimo, empezaremos por la parte de la existencia. En esta entrada, la primera del blog en mucho tiempo, me dedicaré a explicar mi posición sobre este punto. Al respecto, debo decir que hago parte de quienes piensan que es necesario establecer por ley un límite inferior al pago por el trabajo. 

Para explicar mi punto, analizaré en primer lugar los argumentos que comúnmente utilizan quienes niegan la necesidad de un salario mínimo establecido por ley. El más falaz de ellos, sin duda, es el que dice que el salario mínimo impide a los patrones pagar salarios altos, condenando al trabajador a recibir una compensación injusta por su trabajo. Evidentemente ésta es una mala interpretación del término "mínimo", pues este límite, hacia abajo, en ningún momento impone restricciones hacia arriba. Parece obvio, pero lo he leído y escuchado tantas veces que creí necesario darle una explicación. Los topes salariales aplican en otras circunstancias y son motivo de otro análisis.

He escuchado también el razonamiento, un poco más complejo, hay que admitirlo, de quienes dicen que debe ser el mercado, y no una institución "ajena" a la negociación (i.e. el gobierno) quien determine el nivel de pago que debe recibir quien alquila su esfuerzo para el proceso productivo. De nuevo se pasa por alto el significado de la palabra mínimo, haciendo creer que un nivel mínimo impuesto por el gobierno, determina el nivel de salario a todos los demás niveles, lo cual no tiene por qué ser así.

Quienes aseguran que el mercado es quien debe, sin intervención externa, determinar el precio a pagar por el trabajo, aseguran que los niveles de oferta y demanda de trabajo coincidirán por sí solos en un nivel de equilibrio en el que tanto los trabajadores -oferta-, como los empresarios -demanda- estarán satisfechos, en lo que se denomina un mercado eficiente. Este postulado de mercado tiene varias limitaciones, como por ejemplo la de ignorar que el factor trabajo posee ciertas características que no tienen los otros. De cualquier forma no es necesario acudir a ese análisis, que tiene componentes de otras disciplinas (e.g. sociología y psicología) para derribar el argumento del mercado. Basándonos en los propios postulados del modelo neoclásico encontramos que para que un mercado llegue por sí solo a la eficiencia, es necesario que ninguna de las partes tenga poder de negociación. Es cierto que esto pudiera llegar a darse a ciertos niveles, digamos entre un empresario pequeño o mediano con un trabajador de nivel gerencial, o con un club de futbol y Cristiano Ronaldo, pero que es impensable entre una transnacional multimillonaria, por ejemplo, y un obrero o incluso un tècnico. 

No hay que perder nunca de vista que este debate en particular se da en los niveles salariales más bajos, y que justamente son las personas con menos respaldo financiero las que ofrecen su fuerza laboral a estos niveles. Mi afirmación con respecto al desequilibrio de fuerzas en la negociación tiene que ver: 1) con la violación del supuesto de la información perfecta, pues es inconcebible pensar que un obrero puede acceder a los mismos datos sobre el mercado laboral que tiene el gerente de una empresa internacional; y 2) con la cobertura geográfica, pues mientras algunos empleadores pueden acudir, literalmente, a cualquier parte del mundo a adquirir el recurso, el trabajador tiene pocos recursos, y muchas limitaciones de carácter legal -de las que curiosamente nadie reniega- para acceder a otros lugares a ofrecer sus servicios.   

Pero el origen de mi razonamiento en favor de la existencia del salario mínimo es mucho más simple que todo lo anterior, y trataré de explicarlo de forma muy breve. La teoría económica neoclásica, y el sentido común, nos dicen que el objetivo final de una empresa es generar utilidades y de hecho maximizarlas.  La contabilidad económica -mucho más simple que la financiera- define como utilidad económica al resultado de restar los costos de producción -entre los cuales se encuentra el salario-, a los ingresos -determinados por las ventas de la producción-. Para explicarlo de una manera más fácil, podemos citar a un gran sabio que dijo que todo lo que entra, tiene que salir, a menos que se quede adentro. Eso que se queda adentro es la utilidad.

Siendo los ingresos a, y los costos b, no se necesita ser un erudito en matemáticas para entender que el resultado de la resta a-b será mayor cuanto más grande sea a y más pequeño sea b. Dejando de lado el análisis de los ingresos (a), pues el salario, que es la variable que por ahora nos interesa, forma parte de los costos (b). De  nuevo, no hace falta si quiera haber ido a la escuela para saber que para que b sea lo menor posible, el salario, junto con sus otros componentes, debe serlo también. En resumen, dejando la determinación de los salarios de los empleados menos calificados a las fuerzas del mercado, no nos faltarían ocasiones en las que los salarios pagados a los trabajadores más vulnerables en la negociación fueran peligrosamente iguales a cero, o por lo menos tendientes a esta cifra. En español a eso le llamamos esclavitud, lo cual es una violación a principios que se encuentran por encima de las leyes de la oferta y la demanda, teniendo como la menos grave de las consecuencias el estancamiento de la economía por la concentración de la riqueza generada. 

En la próxima entrada analizaré la otra parte del debate, el nivel que debe tener el salario mínimo una vez impuesto, por el momento quedo a la orden en la sección de comentarios.  

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